lunes, diciembre 14

Nos aproximamos a las Fiestas Navideñas (todo en torno a la Natividad de N. S. Jesucristo), en ellas se presupone celebraremos una vez más lo sabido y oído por más; pero, en medio de una crisis económica ¿Habrá Navidad este año?, ¿Es mi idea o verdaderamente la sociedad vive un desencanto que ha frenado incluso el ánimo de celebración propio de estas fechas en años anteriores? ¿Dónde terminará esto, es posible que en realidad hayamos ya permitido que sea el Mercantilismo quien determine no sólo los precios, sino los ritmos de vida de las personas?

Hace ya algunos años particularmente he venido viviendo el desencanto ante muchas 'fiestas' que por tradición y costumbre nos obligaban a realizar un alto en el acelerado ritmo de la cotidianidad, pero en los últimos días el mismo desencanto se ha repetido aún más allá de mi --en algunas 4-6 personas de mi confianza y amistad--, entonces, ¿Qué sucede? ¿Algún filósofo, sociólogo, investigador, observador o quien sea puede ayudarme a salir de mi confusión?

A ello, habrá que agregarle que como hace varios años, no celebraré la Navidad como la mayoría y el común de las personas lo hace; ciertamente me preparo espiritualmente haciendo un debido alto en torno al fuerte tiempo litúrgico del "Adviento" para saber qué he realizado en el año que casi fenece y cuál habrá de ser mi 'estrategia' ante lo que depara el futuro (en muchos momentos no muy alentador por cierto), pero de eso a que participe en bacanales morales y de costumbre en torno a sentidos poco prácticos y Cristianos, no lo creo.

Además, habrá que sumar la precaria condición monetaria por la que atravieso, una ligera depresión moral, pobreza en la salud física, problemas en amigos muy queridos, no... no estoy llamando a quién lea estas lineas --si es que alguien lo hace-- a la compasión, sólo argumento una idea mal tejida.

Aún así, no pierdo la esperanza en el verdadero sentido de la Navidad, para mi todavía vale la palabra y lo que en ella conlleva, un tiempo verdadero donde podemos examinarnos a la luz de un proceso de cierre, inmersos quizás en un espacio de contemplación y oración profunda; a ello habría que añadir que el mundo se ha detenido --dicen-- para buscar una solución al cambio climático, que dicho sea, me preocupa y en serio.