viernes, octubre 23

Enfermo y triste.

¡Qué fácil es llevar la enfermedad cuando hay quien atienda a las necesidades de uno, cuando el medicamento es eficiente, cuando la comodidad del hogar es suficiente! ... pero, cuando llega la desesperación, el dolor (aún mínimo) el enfado y el hastío .. ahí se prueba verdaderamente de qué estamos hechos, cuán valientes somos y cuán Cristianos podemos definirnos.

Pienso ahora en aquellos que aquejados por el dolor pasan su existencia, resignados (si es que les queda lugar para tal situación) y como en todo, pienso desde mi perspectiva y desde el miedo y la incertidumbre ¿podría soportar una enfermedad terrible o degenerativa --incluso mortal como el cáncer, sida, artritis o diabetes-- estoicamente como pregono interiormente?, quisiera proclamar como Saulo de Tarso: "la gracia de Dios me basta" ... e inmediatamente me asalta el temor de poner a prueba la Misericordia del Señor.

Ahora puedo reconocer la santidad que trae consigo la enfermedad, recuerdo en particular a mi abuela, que por 27 años tuvo que renunciar a una vida ordinaria luego de haber sufrido quemaduras en todo el cuerpo y pérdida de la movilidad de ciertos miembros del cuerpo, a ello sumarle intervenciones para poner un marcapaso, osteoporosis (no recuerdo cuántas complicaciones más) y sin embargo, no recuerdo haberla visto desesperarse, renegar o sufrir en el flagelo de saberse incapacitada, su fuerza partía de la Cruz de Cristo a quién tenía enorme devoción; su coraje y valor, debería ahora cuando transito apenas por un resfriado complicado a volverte valiente y capaz de fiarme a la voluntad del Señor (y el resultado de mi imprudencia al no cuidar mi cuerpo debidamente, sometiéndolo a excesos de diverso tipo).

He pensado hace tiempo que los hospitales son lugares de misericordia y fuentes de salvación, si todo el sufrimiento ahí vertido se ofreciera como medio de expiación de pecado, conversión de pecadores y salvación de almas, cuánta misericordia inundaría el mundo [es seguro que habrá quién si lo haga, más no todos], pero poco a poco desaparece de nuestras conciencias la Misericordia de Dios, lo tomamos como una invención medieval, una falacia de algunos cuantos para ganar adeptos; he meditado en el Santo Sacrificio de la Misa como eso, la entrega desinteresada del Señor por amor al hombre hacia el Padre ... y cómo de niño se me enseñó que a Misa se va a un sacrificio incruento, al que todos podemos unirnos primero con nuestra vida diaria santificándonos en lo cotidiano y ordinario, y luego uniendo nuestras plegarias al Salvador.

Viene la solemnidad de "Todos los Santos", una celebración Cristiana donde rendimos honor a Dios a través de todos los santos de todos los tiempos y todos los lugares, que han sido dignos de compartir las bodas del Cordero; confío que en esta celebración, festejo también a los santos de mi iglesia particular, mi iglesia doméstica, y en ella puedo pedir al Señor por intercesión de Santa María reina de todos los Santos, Santa Felícitas Velasco, y todos aquellos bienhechores y antecesores míos que gozan de Dios, su auxilio y protección.   Amén.


Sancta Maria Mater Dei, ora pro me.
Sancte Ioseph, ora pro me.
Sancte Francisce, ora pro me.
Sancte Teresia a Iesu, ora pro me.
Sancte Niccola, ora pro me.
Sancte Felicitas Velasco, ora pro me.


Omne sanctis e sancte Dei, orate pro me.

lunes, octubre 19

Malatie e gli amici.

Amigos son pocos, se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos... [y podría llenar la página de citas y comentarios al respecto]; cuando te das cuenta de la terrible verdad que encierran esos enunciados te precipitas en la hondura del gozo y de las dudas; por un lado te sientes rico tener amigos, de esos que están ahí presentes cuando más ocupas ayuda, por otro lado la incertidumbre de saber qué pasará cuando el tiempo avance y la inexorable naturaleza les llame a cuentas ante quien tengan que hacerlo [en el supuesto que todos o la mayoría o algunos partan antes que uno mismo].

Pero los amigos no sólo se evidencían en los momentos de incertidumbre, más bien se edifican y cimentan en espacios de júbilo y complementariedad ... y luego como dice el Evangelio, cuando viene la tormenta, la marea crece y la fuerza azota contra uno, o él, o ella, o ellos ... se demuestra lo inconmovible de la roca que se ha fortalecido de tantas experiencias gratas.

Es cierto, la amistad no podemos reducirla a un selecto grupo elitista de personas que nos aceptan tal cual somos, soportan nuestros berrinches y caprichos, toleran nuestros momentos ufanos de soberbia y estoicamente omiten nuestros terribles defectos... también están aquellos con quiénes conviviendo una pequeña o considerable parte de nuestra mortal existencia, comparten gustos, hábitos, costumbres y valores afines, esta definición incrementa el número de conocidos con quiénes nos llevamos muy bien; entonces aqui asaltame una duda: ¿quiénes son estos segundos, si los primeros son los "amigos"?, y es que me parece que el problema radica en algo más que sólo semántica y adornar un sustantivo con algún adjetivo que deduzca la naturaleza del primero, porque para tal efecto podría llamar al primero conjunto: 'amigos reales, verdaderos, de verdad, los buenos... etc' y, al segundo conjunto: 'los amigos (a secas), los conocidos, los compañeros académicos-laborales-vecinos'... ninguna de las dos proposiciones me satisface.

Por tanto, me concretaré a dar Gracias a Dios, por aquellos que considero mis "Amigos" pro fidei donum... hasta ahora sólo dos, ambos mayores en edad y juicio personal, cuyo nombre omito por ahora, no porque me averguence de ellos, sino al contrario por reconocerles cual perlas preciosas que al ser encontradas se atesoran con gusto en el interior del corazón y pasan a ser parte de una familia en un mismo gozo y sentir.

Deo Gratias!


uv¨*
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